Jefes, ¡a trabajar!
octubre 25, 2020Las verdaderas cualidades que debe tener un jefe para ser un líder exitoso.
Hay dos tipos de empleados: los que ven a sus jefes con desdén, quizás con envidia o rencor hacia un verdugo o contra una figura jerárquica a la cual desprecien argumentando que el poder y el dinero corrompen a las personas, pero que muy en el fondo quieren llegar a ser; por otro lado está el tipo de empleado que encuentra en su jefe una persona que contribuye con su trabajo y que le guía a ser una mejor versión de sí mismo, en quien puede confiar sus problemas porque sabe que encontrará la mejor solución en beneficio de la empresa, un jefe quien enseña lo que sabe sin temor a que sus empleados lo abandonen o pretendan quitarle su puesto, algo así como un superhéroe corporativo.
Sin duda alguna, los jefes tienen el deber de convertirse en ese superhéroe que todos sus subalternos necesitan, un ser que resuelve problemas, motiva e inspira a sus compañeros de trabajo. De un jefe se suele pensar que son vagos y que «se la ganan suave» o que tienen una vida muy estresante y llena de responsabilidades. Por esa misma razón, algunas personas desean ser jefes mientras que otros prefieren evadir esa carga de responsabilidades.
La verdadera cualidad de un jefe es realmente convertirse en el líder de un equipo, no el mandón en un grupo y esa característica no es fácil de forjar en una persona incluso si nació con el don del liderazgo. No solo se trata de ser empático ‒alejémonos de la idea de ser un jefe que cause terror‒ sino de aprender a conocer las capacidades y talentos de cada integrante de su equipo y explotarlas, esa debe ser su principal responsabilidad. No confunda «explotar el talento» con «explotar a una persona», de ninguna manera creo en la sobre-explotación de las personas como si fueran máquinas para obtener el mayor beneficio económico, por el contrario se trata de explotar el talento, natural o adquirido, de una persona para generar la mayor eficiencia posible con el mínimo esfuerzo. A parte de las tareas administrativas que cada líder o jefe debe realizar, en lo que más debe orientarse es de entender qué provecho y beneficio puede brindar cada uno de sus colaboradores con sus conocimientos y habilidades; sería una irresponsabilidad contratar a un grupo de personas y asignarles tareas en común y pretender que todos tengan un mismo nivel de productividad, cuando ha sido demostrado tantas veces que cada persona realiza funciones de diferentes formas y tiempos.
De la misma forma como un equipo de fútbol tiene jugadores en diferentes posiciones, así mismo un líder debe entender qué colaborador es mejor en qué posición en la empresa, qué esperar de él y qué funciones asignarle para que sea beneficioso para la empresa o proyecto en la medida de lo posible. La inspiración que genera un líder no debe venir solo de hablar de forma pintoresca y apasionada sino de demostrar de qué se es capaz y hacer sentir a todo un equipo que está en el mejor lugar de trabajo, en el mejor equipo, que tiene el respaldo de un líder con las habilidades necesarias para apoyarlos ante cualquier dificultad y no como suelen pensar algunos malos jefes: «si hay un problema, que lo resuelva el equipo».
Un líder debe ser confiable, debe tener la habilidad de resolver problemas y tomar decisiones rápidas, tener experiencia para que sus decisiones sean acertadas y sobre todo brindar una calidez humana para que sus subalternos sientan que además de un líder hay un amigo que los puede apoyar haciendo respetar sus límites.
Los jefes corren cada día tratando de encontrar el camino de la productividad, ahogados en la preocupación de crear informes que demuestren que sus departamentos están siendo productivas y se les puede ver sudorosos y temblorosos cuando se llegan las fechas de presentar informes para las directivas; corren de un lado a otro, gritan salivando a todo el mundo exigiendo datos y preguntando ¿dónde está Gutiérrez con el informe?, ¿La presentación de las 5 p.m. ya está lista?, y enseguida ordena que nadie se puede ir hasta que el proyecto esté finalizado, se me asemeja a la idea que tengo de los esclavistas egipcios dando latigazos sin control a todo aquel que tenga el descaro de solo ir caminando con un bloque de piedra en sus hombros en vez de ir corriendo.
Los trabajadores no quieren un esclavista dando latigazos, cuando una persona encuentra un empleo en el cual desarrollar sus actividades por las cuales estudió ‒o aprendió‒, lo que desea es tener un espacio y tiempo de creación, de construcción, un lugar que le permita divertirse haciendo lo que sabe hacer para que lo haga con más ánimo y voluntad, a nadie le gusta que lo obliguen a hacer lo que no quiere hacer, si vas a contratar a alguien que sea para que haga lo que más sabe hacer, no limites su creatividad y disposición de hacer las cosas ‒dejando claro las directrices de la empresa o leyes regionales, por supuesto‒. No temas que un empleado aprenda y crezca en sus funciones, algunos malos jefes limitan a sus empleados por temor a que aprendan mucho y luego los abandonen cuando es mucho peor poner cadenas en las manos de alguien que además de traer beneficios productivos, te puede enseñar a mejorar también en tus funciones de liderazgo. Una persona dichosa en su equipo de trabajo lo pensará dos veces antes de abandonarlo, incluso si tiene la tentación de un mejor salario, pues el salario emocional que un buen líder ofrece es sin duda un estimulante poderoso para tener la lealtad de un buen aliado y compañero de funciones ‒de todas formas no te olvides de ofrecerle un buen salario a quien lo merezca‒.
Si eres un jefe o pretendes serlo, debes entender estos principios y labores que son las verdaderas responsabilidades de un líder exitoso. Síguelas y completa tu camino de liderazgo, cambia la mentalidad de esclavista, deja de dar latigazos y quita esa expresión de verdugo, date a la tarea de conocer a tus empleados, aprende de ellos, entiende para qué son buenos y cuál es el lugar indicado para ellos, permíteles hacer lo que mejor saben hacer porque entre más lo hagan, lo harán mejor, deja de pensar que tu función como jefe solo es dar órdenes y entregar informes y ¡ponte a trabajar!